Si pudiera volver a educar a mi hijo,
construiría su autoestima primero, y la casa después.
Pintaría más con el dedo, y señalaría menos.
Haría menos correcciones y más conexiones.
Apartaría los ojos del reloj y los utilizaría para mirar.
Me interesaría por saber menos y aprender a interesarme más.
Haría más excursiones y haría volar más cometas.
Dejaría de mostrarme seria y jugaría más en serio.
Atravesaría más campos y contemplaría más estrellas.
Daría más abrazos y menos tirones de orejas.
Vería el fruto en el árbol más a menudo.
Sería menos firme, y afirmaría mucho más.
Enseñaría menos sobre el amor al poder,
y más sobre el poder del amor.
SI PUDIERA
por Diane Loomans
¡Llamarme loca! Pero quiero y CREO que un educación distinta es posible. Una educación donde el centro sean ellos y no los libros, donde cada uno pase la hoja de su cuento a su debido tiempo, respetando lo que la naturaleza a puesto como nuestro, motivando pero no cohibiendo, sintiendo y aflorando lo que son, lo que quieren, lo que son capaces de hacer.
Una educación que he vivido en una casa de docentes, donde mamá se sentaba a sumar contigo y papá dejaba que pusiéramos el salón patas arriba con aquellas historias en las que inventar cuentos era lo de menos. Y por eso hoy, les estoy eternamente agradecida. Porque no sé que tipo de madre seré en un futuro, pero gracias a ellos si sé que tipo de profesora voy a ser.
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