El ámbito educativo no ha quedado al margen del movimiento "slow" (despacio). Propuestas como el "slow school", "slow parenting" o "slow education" intentan trasladar a la educación esta filosofía que rechaza el actual modo de vida acelerado. El objetivo es claro: lograr un cambio de actitud de los agentes educativos -padres, docentes y colegios-, para respetar los diferentes ritmos de aprendizaje y mejorar la calidad del tiempo escolar y extraescolar de los niños.
Carl Honoré, periodista y uno de los principales divulgadores internacionales del movimiento "slow", resalta en su obra 'Bajo presión: rescatar a nuestros hijos de una paternidad frenética', el modelo educativo finlandés. A pesar de que en este país "la escolarización es más tardía, no se mandan deberes y los escolares pasan menos horas en el colegio, sus resultados en las evaluaciones educativas son notorios". El sistema de autoevaluación, la disposición de más tiempo para relajarse, jugar y procesar lo aprendido en el aula son algunas de las claves del éxito en Finlandia.
El plan de estudios My World en Mateo Moss High School es un ejemplo único y paradigmático de los principios de la educación lenta están poniendo en práctica en una escuela real.
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