17.1.13

Pobres profesores

Navegando por los Blogs de Educación que visito encontré este monólogo del Club de la Comedia que habla sobre la profesión y me he reído tantísimo que no he dudado en subirlo para compartirlo con todos vosotros y más tarde compartir mi reflexión sobre ello.


Cuando me preguntaban de pequeñito:
—¿Y tú qué quieres ser de mayor?

Yo siempre contestaba:
—Médico, abogado, policía, periodista...

Vamos, que lo que yo quería era salir en una serie de televisión.
Lo que nunca dije fue «profesor». Sí, porque en el colé mola todo menos los profesores: hay columpios, plastilina, niñas para tirarles de las coletas... Pero tú llegas allí y te tienes que poner a escuchar a un señor, sin coletas, al que pagan para que te enseñe cosas que a ti no te interesan. Es como si tus amigos te organizan una despedida de soltero y contratan a Karmele Marchante para que haga el strip-tease.

Cuando los padres nos mandan al colegio no saben en lo que se meten. Porque antes de ir al colé, tú creías que tu padre era Dios: «Mi padre sabe hacer aritos con el humo del cigarro... Y le da cinco toques al balón sin que se le caiga... y vuela». Pero luego te das cuenta de que no. De que Dios... es la seño. Y llegas a casa:

—Pues ha dicho la seño que fumar es malo... Y que el fútbol embrutece a las sociedades, alienándolas de los verdaderos problemas que la acucian... Y que no vuelas. Lo ha dicho la seño.

Para ti, decir «Lo ha dicho la seño» es como decir «Lo ha dicho el Papa en la CNN». Y es que para un niño la seño tiene superpoderes. Está escribiendo en la pizarra, y de repente dice:

—Juanito, cállate.

¡Sin darse la vuelta! ¡Vamos, hacía unos milagros que ni Jesús! Porque Jesús convertiría el agua en vino, pero es que la seño... la seño coge azul y amarillo... ¡y hace verde!

Y, claro, te enamoras de ella. ¡¿Qué vas a hacer?! ¡Si no para de darte esperanzas! ¡Te manda a por tiza! ¡Te ata los cordones! ¡Te cura las pupas soplando! Pues eso: que en cuanto tienes dos años más lo único que quieres es verle las bragas.

Yo me pasaba el día tirando el lápiz al suelo y recogiéndolo. ¿Por qué se creen que los niños están todo el rato sacándole punta al lápiz? No es porque escriban mucho, es porque se les despunta de tanto tirarlo.

Bueno, si hacía falta, tirábamos hasta la pluma de la comunión, lo que fuera. Pero siempre sabíamos de qué color llevaba las bragas: «¡Hoy azules!, ¡hoy blancas!, ¡hoy las mismas de ayer...!». Yo creo que la seño debería aprovechar esto y ponerse publicidad en las bragas... Por supuesto, publicidad institucional: «A tope sin drogas».

Pero llega un día en el que te cambian a la seño por un profesor para cada asignatura, cada uno con su mote: El Conejo, que tiene unos dientes gigantes; El Bombilla, que tiene una cabeza gigante, El Lequio, que tiene... acento italiano.

Había uno al que llamábamos El Enrollao. Yo creo que en todos los colegios hay un enrollao. Es ese que llega el primer día y dice:

—A mí llamadme Carlos.

Es el que os lleva a ver la fábrica de chocolates Elgorriaga... el que te llama «colega, tronco, campeón»... Pero a mitad de curso aquello es un desmadre y la clase parece Tómbola. Y entonces se pone serio y empieza a hablarte de usted. Y le haces el mismo caso que le hacen a Ximo Revira: ninguno. Es normal, después de haber sido colegas y compartido chocolate...

Teníamos otro que era El Amargao. Todo el día poniendo ceros. Éste entraba en clase, y en vez de buenos días decía:

—Fernández, un cero. Y van dos esta semana. Ya tiene la bicicleta.

Y le encantaba ausentarse y dejar a uno apuntando a los que hablaban.

—Javi, ¡una cruz por hablar!
—Pero si yo no estaba hablando.
—¡Uh! ¡Otra!


Pues sí, se acabas de leer el monólogo y estas sonriendo te ha pasado lo mismo que a mí. Yo también tenía un profesor que ponía rosquillas en vez de ceros y otro que iba de enrollado y suspendió a toda la clase en Junio. Es gracioso recordar viejos tiempos porque te das cuentas que hay cosas que no cambian, pero en verdad la gracia no reside en eso. No tiene gracia que se siga repitiendo la misma historia año tras años, generación tras generación. Cambian los alumnos y también deberíamos cambiar los profesores (no de profesión) si no punto de vista, ver las cosas distintas y que lleguen a la edad que lleguen y los alumnos sigan creyendo que los maestros somos SUPERHÉROES. 

2 comentarios:

  1. :D Me lo he pasado genial con esta entrada. Aunque ciertamente, hay cosas que no tienen ninguna gracia.
    Anotado.

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno Cris. Te hace gracia, porque muchas de esas situaciones las hemos vivido, pero como tu dices, es una pena que esto se siga repitiendo año tras año, aunque ya no me sorprende...porque tal y como está la educación ya sabemos lo que nos espera...espero que en nuestro cole tengamos un equipo excelente :D

    ResponderEliminar